HUECO Y
MUSCULAR
AGRESIVO, HURGANDO EN LOS MÁS
OSCUROS Y DENSOS RINCONES
DE LA NATURALEZA HUMANA,
ENCARNA EL ROL DE PENETRANTE
ESCALPELO QUE HURGA EN LO
ANATÓMICO COMO MODO DE
REVELAR LA VERDADERA ENTRAÑA
DEL SUFRIENTE AMASIJO DE
TEJIDOS Y SENSACIONES
QUE SOMOS
Una curiosa asociación da lugar al uso de dos términos que no son, precisamente, antónimos, pero que indican determinada oposición: la que califica polos característicos del trabajo desarrollado por Rafael San Juan en los últimos tiempos para dar cuenta de su acercamiento que, por universales, son eternas. Hablamos, en definitiva, del lugar que los cuerpos ocupan en el espacio, y al vacío que contiene o matiza las estructuras. El cuerpo humano, como constante, ofrece un campo de experimentación en el que se mueve con comodidad y detenimiento este joven escultor, quien ha escogido la cerámica, si no como material exclusivo, cuando menos a manera de sustancia priorizada capaz de acercarlo a lo originario. Eso, algún que otro factor (incluidos vísceras o elementos orgánicos, según el caso), más olores y sonidos, hasta llegar al uso del movimiento aplicado a partir del performance imaginado para animar las figuras creadas. Las polaridades aplicadas van también a la exploración de lo permanente y la calidad efímera de sus planteamientos, pues lo concebido por San Juan no alcanza su completa imagen en el espectador hasta que penetra en todo ese catálogo de elementos que integran las vivencias del autor. Por supuesto, pasada la ocasión climática del performance, resta el testimonio del hecho plástico que trasmite la larga experiencia de la mano sobre el barro, el yeso, ambos integrados en única realidad, dando sitio uno al otro o manifestándose en absoluta complicidad para el mensaje estético. Balanceándose entre extremos conjugados en su quehacer, San Juan, como todo ente que pretende incidir en la opción creativa, abre sitio a la ambigüedad –la actual polisemia–, a fin de que quien contemple se vea forzado a entrar en el código empleado. Para no abandonarlo en el dédalo de posibles interpretaciones, deja rastros, manipula antecedentes históricos, hace explícitas referencias a la Antigüedad clásica, incorpora dramáticas contorsiones del expresionismo y abre cavidades donde alienta vísceras. Porque si de algo no debe haber dudas a la hora de aproximarse a lo que ya ha vulnerado los límites de la escultura para tentar las abiertas opciones de la instalación, es que los frutos del trabajo logrado nos ponen ante realizaciones surgidas
* La Habana, 1935
Periodista, crítico de arte y curador.
Director del Museo Nacional de la Cerámica Artística.
Premio de Crítica Guy Pérez Cisneros por la Obra de la Vida.