CONTENCIÓN
SU UNIVERSO DE
PREOCUPACIONES SOBREPASA
LO INDIVIDUAL PARA ALCANZAR
CUOTAS ELEVADAS EN
LO SOCIAL Y CULTURAL,
MANTENIENDO, A LA VEZ,
ESA COHERENCIA FORMAL DE
QUE GOZAN SUS DIFERENTES
FORMATOS Y SOPORTES
La austeridad del lenguaje formal y el empleo de recursos mínimos, esenciales, hacen de las esculturas de Rafael San Juan un conjunto orgánico y coherente dentro del panorama artístico contemporáneo. No participa del influjo minimal que condiciona algunas de las mejores expresiones actuales, ni del neoconceptualismo que asume una zona notable de las nuevas generaciones de artistas en Latinoamérica. Sus piezas, por el contrario, coquetean con las tradiciones clásicas y el acervo expresionista del siglo xx, sin inclinarse hacia uno u otro lado: de ahí que estemos en presencia de una obra equilibrada, justa, singular, que enfatiza en lo interior y espiritual del hombre desde su costado anatómico, visceral, en tanto metáfora de amplias resonancias emotivas y significaciones de orden intelectual, social.
Apoyándose en el cuerpo humano como eje central de muchas de sus obras, San Juan nos lanza hacia vastas regiones de lo externo y público que hoy permanecen sofocadas por la velocidad, la prisa, el estrés de la vida moderna. El artista desnuda al hombre para que observemos sus lados menos visibles, en especial su corazón, al mismo tiempo que llama la atención sobre la energía, la pasión y la fuerza singulares que trasmiten otros órganos y extremidades como los torsos y miembros.
No duda en demostrar su dominio de las formas y los materiales tradicionales a la manera convencional, algo poco explotado hoy debido al auge de nuevas tecnologías que suplantan aquella aura inmanente a la condición del oficio artístico; de ahí que su discurso estético se apoye en una figuración clara, reconocible, decodificable para la mayoría de los espectadores, y que no solo se traduce en modulaciones escultóricas, sino también en opciones instalativas capaces de conformar un ambiente tenso y reflexivo en el espacio de exhibición.
Si la emoción trasmitida no fuera suficiente, a veces, por la vía de un sutil espíritu religioso, Rafael San Juan apela además a lo racional como otra condicionante de su discurso, pues ambos polos gravitan, y lo han hecho siempre, en toda obra auténtica que busca acercamientos y proximidad entre lo producido por el hombre y su experiencia vital.
En otras instancias de su creación, San Juan se apropia de la naturaleza para reflexionar sobre el desgaste que sufre de manera indiscriminada a manos del hombre; en ocasiones interviniendo en el propio espacio natural, vegetal, como una apelación a re-encontrarnos con ella definitivamente. Es por ello que su universo de preocupaciones sobrepasa lo individual para alcanzar cuotas elevadas en lo social y cultural, manteniendo, a la vez, esa coherencia formal de que gozan sus diferentes formatos y soportes, pues un hilo conductor las une, las entreteje en lo conceptual y lo estético.
La trayectoria artística de Rafael San Juan acusa un ajustado equilibrio entre propósitos ideológicos y resultados estéticos, entre concepto y materia, entre contenido y forma.
* Morón, 1947
Curador, editor, crítico de arte, ensayista y poeta.
Curador de la Bienal de La Habana.
Premio de Curaduría 2001 y Premio de Crítica 2007.